lunes, 12 de mayo de 2014

Carmen Rubio López.- Anochece




Sigue la tarde, más y más, cayendo;
dejad que tense espacio
malva con sus pupilas;
que rueden sus molares, que se cubra
la piel de decadencia y promesas de niño.

Escuchad su latir -ya insostenible-
convocador de vientos
que inciden en el hombre derecho de occidente.
Cruje su amarillez, su lino anclado,
su carne de horizonte redondo como un pecho
todavía en equilibrio.

Va a levantar la noche cual pájaro gigante,
para envolver, ahogar,
estrangular la luz con su esfera reciente
que nos trae un palor en ovillo
por el rincón del frío.

Dejad que se equilibren los colores,
que se crucen de peces que aspiran a relámpago.
Dejad que el brillo-acero horade las gargantas,
que se aduerma de tierra
y se deslice cautamente en el paisaje.

Se desploma poniente
en un lecho de arcilla no previsto.
Ni una ladera arriesga respirar a deshora.
Ya no se reconoce
la rama equidistante.



Del libro "Desván de la memoria"
Premio "José Antonio Ochaíta"
Diputación Provincial de Guadalajara


Imagen: John Atkinson Grimshaw.- Wharfedale